El sur del término municipal de Burgos, los
arroyos, vallejos y fuentes del Campo Lialaila y del Pinar de Cortes,
desarrolla unos ecosistemas singulares, asociados a las descargas de aguas
subteráneas y manatiales existentes en la zona, que permiten la presencia de
ecosistemas singulares, una vegetación rica -especialmente en esta época del año-
y frecuente presencia de pequeños mamíferos, aves e insectos, junto a las
formaciones sedimentarias del Terciario Superior y las terrazas colgadas del
Cuaternario, ofreciendo además unas vistas espectaculares de gran parte de la
ciudad.Observación de las aves y el entorno natural de este paraje
en la zona sur de Burgos, donde conviven más de 30 especies distintas de aves.
Muchos burgaleses habrán escuchado alguna vez la expresión 'vete al campo
Lilaila' sin saber exactamente qué alberga dicho campo o dónde se encuentra.
ese espacio singular del término de Burgos, existe realmente y que se ubica
entre el barrio de Cortes, los accesos al Ecoparque y en la parte alta del barrio
del Crucero. Un singular paraje que está incluido dentro del Cinturón Verde de
Burgos.
Cuento popular castellano
Cuento popular castellano
Según cuentan, las brujas se reunían los
sábados por la noche en el campo de Lilaila. Salían montadas en una escoba; se
untaban los cuerpos con ungüentos.
Y una noche, cuando estaban bailando las brujas alrededor del diablo, pasó por allí un zapatero, y se acercó a ver lo que hacían.
Entonces las brujas le cogieron de la mano y lo obligaron a que bailara con ellas.
Pero como todas, de cuando en cuando, le daban al diablo un beso en el rabo, el zapatero no quería besarle, y se le ocurrió sacar una lezna que llevaba en el bolsillo, y, disimuladamente, en vez de besarle, le pinchó con la lezna en el culo.
Y entonces el diablo, al sentir la pinchada, le dijo:
-Oye tú, pasa y no beses, que tienes las barbas ásperas. Burgos, Burgos. Narrador XLV, 2 de junio, 1936. Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo Anonimo (Castilla y leon)
Y una noche, cuando estaban bailando las brujas alrededor del diablo, pasó por allí un zapatero, y se acercó a ver lo que hacían.
Entonces las brujas le cogieron de la mano y lo obligaron a que bailara con ellas.
Pero como todas, de cuando en cuando, le daban al diablo un beso en el rabo, el zapatero no quería besarle, y se le ocurrió sacar una lezna que llevaba en el bolsillo, y, disimuladamente, en vez de besarle, le pinchó con la lezna en el culo.
Y entonces el diablo, al sentir la pinchada, le dijo:
-Oye tú, pasa y no beses, que tienes las barbas ásperas.
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